La monstruosa acumulación en cada vez menos manos es el síntoma más visible de una política injusta. La prédica del Papa argentino choca con los intereses del Globalismo Financiero, que responde con los medios controlados, quienes redoblan una incesante ofensiva contra su figura. ¿Estamos en una guerra contra las religiones?
La información de Oxfam recientemente publicada solo refuerza lo que ya sabemos, la concentración de riquezas en cada vez menos manos no se detiene.
Dice esta organización que el “número de multimillonarios en los últimos 10 años casi se ha duplicado, alcanzando 2.208 personas en el 2018 con el propietario de Amazon, Jeff Bezos, a la cabeza.
Este selecto grupo acumuló en un solo año 900.000 millones de dólares, a razón de 2.500 millones de dólares diarios.
Oxfam también nos cuenta que las 3.800 millones de personas más pobres del mundo, que no han mejorado su situación en el mismo lapso, tienen la misma participación en la riqueza mundial que los 26 mas ricos, y da un ejemplo interesante para demostrar como la desigualdad sigue creciendo, el mencionado Bezos tiene una fortuna personal estimada en 112.000 millones de dólares.
Con cifras tan absurdamente grandes es muy dificil dimensionar plenamente lo que sucede, pero que se empieza a ver la real magnitud cuando notamos que el 1% de esa cifra es lo que gasta Etiopía durante todo un año en Salud para 105 millones de personas.
Este brutal proceso de concentración se sucede sin pausa día tras día en medio del silencio o indiferencia generalizada de las sociedades anestesiadas, apenas algunas voces aisladas intentan señalar el verdadero rostro del capitalismo financiero globalizado.
Los medios de comunicación y el resto del aparato formador de opinión, de sentido común, nos señala que el destino está en manos de cada uno de nosotros individualmente, nosotros debemos ser emprendedores, nuestro destino está determinado por nuestra capacidad y esfuerzo, escondiendo la responsabilidad del sistema en una permanente crisis prefabricada que necesita de ajustes permanentes.
Las nuevas tecnologías reforzadas por la Inteligencia Artificial consigue costos de producción cada vez mas bajos, inundando el mundo de bienes y servicios que no podemos utilizar porque simplemente no hay dinero disponible.
Una escasez planificada.
El mundo de la producción se ha ido ciñendo a los dictámenes de una dictadura financiera que a través de la manipulación de la moneda, las tasas de interés y otros elementos relacionados, facilita una gigantesca acumulación gracias a las permanentes transferencias de riquezas desde las clases pobres y medias hacia una pequeñísima minoría acaudalada.
Una de las pocas voces, sino la única de relevancia internacional, que denuncia este modelo es la del Papa Francisco.
No es casual entonces que haya un ataque feroz hacia su figura, por miopía o complicidad de sectores de la izquierda y el progresismo, que se ve reflejada en acciones como una inoportuna campaña de apostasía, que se combinan con los ataques por una derecha de corte fascista que no quieren una Iglesia popular, una Iglesia de los pobres y otro por derecha liberal, que desprecia lo religioso y lo comunitario.
Aquellos que son católicos y quienes sin serlo se sienten parte del campo nacional y popular deben cerrar filas para apoyar al Papa Francisco, heredero de una Iglesia con altos exponentes como Hélder Cámara, Paulo Arns, Angelelli o De Nevares, una Iglesia que ya fue señalada en los 70 por Henry Kissinger como una amenaza a los intereses estratégicos de EE.UU., teoría que hoy abraza el globalismo financiero.
La respuesta a la consolidación de la labor católica entre los pobres fue el desembarco de los telepastores generosamente financiados por la CIA que inundaron las pantallas de televisión y desde allí se proyectaron hacia la propia comunidad. Había empezado un proceso sistemático de ataque hacia las bases sociales de la Iglesia Católica, impidiendo que sea una plataforma para organizar una rebelión contra un sistema inhumano.
Las comunidades de base en Brasil fueron un ejemplo de lo que podría suceder, siendo el gérmen de lo que décadas mas tarde sería Lula presidente y la salida de 40 millones de brasileños de la pobreza.
La campaña sostenida contra una Iglesia bajo ataque, que no encontraba respuestas, creció y mermó la cantidad de fieles y el compromiso de ellos.
Los tiempos cambian y con ellos los medios a utilizar, el evangelismo incial se reafirma en un anticomunismo atemporal ya. Su organización alcanza una presencia política creciente, poniendo presidentes y haciendo una alianza con el sionismo con la creencia que la construcción del Tercer Templo sobre la Mezquita AlAqsa desatará la Tercera Guerra Mundial y acelerará la vuelta del Mesías ante el fin el mundo.Quienes adscriben a estas ideas son los cristianos sionistas de fuerte presencia en EE.U.
Esos sectores, que debemos distinguir de los tradicionales protestantes, proponen una nueva teología conocida como “de la prosperidad”, que da una aval a un modelo sociocultural que impulsa el modelo globalizador financiero. Desde esa posición hacen un feroz ataque al Papa Francisco, llegando a acusarlo de ser el Anticristo.
El juego mundial de poderes ha creado una dinámica diferente a la que existía hasta hace poco tiempo atrás, hoy encontramos una potencia que ha perdido la hegemonía y que se degrada rápidamente, en cuyo terreno se enfrentan un Trump que encabeza una resistencia se sectores populares y de clase media estadounidense empobrecidos al poder global financiero, recostado en el Partido Demócrata y sectores del Republicano. La situación es extraodinariamente grave, hasta el punto de que no faltan analistas que señalan la posibilidad de una guerra civil o la fractura de este país en Estados menores.
Ante este panorama de lucha entre las elites mundiales occidentales, Rusia y China avanzan en la propuesta de un modelo multipolar basado en ecúmenes o regiones que desarrollen sus propios sistemas de convivencia teniendo en cuenta sus bases tradicionales culturales y civilizatorias.
Rusia, a partir de una mirada euroasianista y de la mano de Putin, avanza en una nuevo entramado de alianza de diferentes poderes de bases territoriales y no territoriales.
Dentro de ese marco se llega a una alianza en construcción entre las grandes religiones mundiales que pugnan por una propuesta social que enfrenta el modelo globalista financiero cultural, que busca instalar un modelo social individualista que solo guía a los individuos por ambiciones materiales y placeres vacuos, el modelo ideal para avanzar con su proceso de concentración de las riquezas en poquísimas manos.
El Papa Francisco avanzó en una acuerdo histórico con el patriarca Kiril, también bajo asedio con los sucesos de Ucrania y la quita de Iglesias que el Patriarca Bartolomé I ha realzado en una asociación con los poderes globales, un hecho que se ha silenciado convenientemente.
Dentro de ese frente ecuménico se destaca la visita de Hasan Rohani al Vaticano, el líder político de la República Islámica de Irán.
Es necesario recordar en este punto que el pensamiento positivista del iluminismo vigente en Occidente no es compartido por otras regiones. En la antigua Persia, hoy Irán, la cuestión de la fe es inseparable de la vida pública porque es la guía sobre la cual se debe edificar la vida, algo que a su manera refleja en la actual Rusia.
No hay dudas entonces que el encuentro debe ser visto como un acercamiento al Islam encabezado por el chiismo, consolidando una unidad política entre católicos, musulmanes y ortodoxos para enfrentar a un enemigo común.
El mayor emblema de resistencia al modelo globalista financiero que emergió en los 70 y reinó en soledad en los 90, es la Iglesia Católica con su nuevo líder, el Papa Francisco, quien le dió desde su llegada un soplo de aire fresco revitalizando sus estructuras, pero que el control del sistema de medios ha contenido y tergiversado su mensaje. No es casualidad entonces que los ataques recrudezcan sobre él.
El papel de resistencia que le cabe a las religiones es central porque es la base de la identidad de cada pueblo, y cada habitante, sea o no creyente, está imbuido por esos valores culturales de siglos y siglos.
Quebrar esa identidad es la necesidad que tiene la globalización para imponer un modelo de saqueo de los pueblos e imponer sus nuevos valores divisores que promuevan el materialismo, el hedonismo y el individualismo.
En nuestra región y en Occidente es el cristianismo que representa el Papa Francisco, por eso es tan importante apoyarlo.
Si nos resulta escandaloso el informe de Oxfam y sentimos la necesidad de hacer algo para combatir la creciente desigualdad, uno de los caminos es apoyar a Francisco en su tarea.
Marcelo Ramírez
Director de Contenidos de AsiaTv