Por Walter Graziano
La pregunta clave hoy en la economía argentina es cómo hacer para que haya una oferta fluída de dólares de manera que no volvamos a caer en el problema de siempre: el estrangulamiento externo por falta de divisas, lo que a la postre conduce tanto a inflación -vía devaluación- como a recesión por el deterioro del salario real y porque en una economía con esas características los empresarios no invierten.
¿De dónde va a sacar la Argentina los dólares para impedir el estrangulamiento externo? La pregunta es en cierta medida paradójica porque como ya dijimos, por más extraño que pueda parecer, lo cierto es que el tipo de cambio debería ser sostenible dado que la Argentina no va a pagar deuda externa -salga como salga la negociación- y además la balanza comercial, cuyo resultado está nacionalizado por obra del control de cambios, arroja un saldo positivo. Pero lo cierto es que del dicho al hecho hay un gran trecho. Los mercados no creen nada de esto, de manera que una de las preocupaciones fundamentales que ha tenido el empresariado argentino en los últimos meses fue cómo sacar capitales del país vía dólar contado con liquidación. Obviamente en esta situación no se puede seguir un tiempo prolongado sin que la economía pague desgastantes costos en términos de crecimiento. Por lo tanto, no basta con conformarse por el hecho de que se pueda calcular que el tipo de cambio es sostenible. Puede terminar siendo un concepto vacío si se empieza a caer en la restricción externa.
Salario medido en dólares, en nivel más bajo en 14 años
Una muestra de que algo de ello ya hay son las recientes medidas del Banco Central que ha establecido un mecanismo por el cual las empresas que importen productos del exterior deberán pedir la autorización previa de la autoridad monetaria para comprar dólares a $71. Uno puede comenzar a imaginarse que importar del exterior va a dejar de ser tan fácil como lo fue hasta ahora. Por lo tanto, hay que conseguir dólares. Los mismos pueden ingresar por la cuenta capital del balance de pagos, por la balanza comercial o por un mecanismo de reduplicación de reservas que hoy está de moda en el mundo: el swap de monedas entre dos países. Veamos los efectos de un ingreso de dólares por estas tres vías.
Ingreso de dólares por la Cuenta Capital
A menudo se escuchan fuertes críticas a este camino porque se asocia todo ingreso de capital con la toma de deuda. Y es muy cierto que una toma de deuda en el exterior implica que hay dólares ingresando por la cuenta capital. Pero no solo los dólares de la deuda. También puede haber aportes de capital de los propios argentinos vía exteriorización y uso de dólares atesorados, o incluso de residentes en el exterior buscando invertir. Cada vez que llegamos a este punto uno empieza a escuchar el insufrible argumento de que si se aplica un blanqueo lo suficientemente amplio y benigno y se hace una especie de “perdón fiscal” a la economía en negro, los dólares van a fluir como petróleo saliendo a la superficie a muy alta presión.
Este camino ya fue probado en forma reciente en la Argentina. Mauricio Macri lo aplicó en el 2016 cuando dispuso un generoso blanqueo que hizo que se exteriorizaran bienes en el exterior por decenas de miles de millones de dólares, y además que ingresaran, en ese mismo 2016 solo por medio del blanqueo u$s10.000 millones en un período muy breve. ¿Qué se ganó con eso? Más bien habría que preguntarse qué es lo que se perdió, porque lo cierto es que las divisas ingresadas por este mecanismo, sumadas a los dólares que el país tomó como deuda en el exterior desde 2016, ejercieron una presión que hizo sobrevaluar al peso, sembrándose así la semilla de la crisis de 2018.
Y es que el país hubiera podido ahorrarse ese mal trago porque está aún cercano en el tiempo el recuerdo de lo ocurrido a inicios de los años noventa, cuando apenas implementada la convertibilidad se dispuso una rápida privatización de muchas empresas del Estado. ¿Qué ocurrió en aquella época? Pues bien, los dólares de las privatizaciones -otro ingreso de divisas a través de la cuenta capital del balance de pagos- terminaron siendo la pala con la que se cavó la fosa de la convertibilidad, porque el bajo tipo de cambio real de todos los noventa fue el desencadenante principal de toda la crisis de fines de 2001. Macri y su gente podrían haber aprendido la lección tan cercana en el tiempo. Pero no lo hicieron.
Ingreso de dólares a través de la Balanza Comercial
Sin dudas esta es la mejor vía de que entren dólares: a través de la actividad exportadora de las empresas. Pero ocurre que la Argentina tiene a la vez una bendición que es un problema, y un problema que no es ninguna bendición: las grandes ventajas comparativas y competitivas del agro argentino han hecho que con su sola actividad se exporte una cifra tan suculenta de bienes agropecuarios que los dólares que el agro genera muchas veces también ayudan a deteriorar el tipo de cambio real con lo que a la postre ocurre que la industria y el sector servicios ni siquiera tienen el aliciente de un dólar alto para exportar. Si a eso se le suma la alta presión tributaria, la inestabilidad inflacionaria y la incertidumbre acerca de una gran cantidad de variables queda claro entonces que es muy difícil -casi imposible- lograr que se desarrollen de manera floreciente en el país actividades exportadoras que no tengan que ver con el agro.
Ese es el meollo del problema de nuestro sector externo y lamentablemente no se puede solucionar sin un plan económico que sea a la vez reactivante y estabilizador. Podemos dar mil vueltas que vamos a toparnos siempre con la misma piedra. Sin un plan económico innovador que baje la inflación a un solo dígito anual, nos haga crecer al menos a una tasa del 4% anual de manera sostenida y estabilice el tipo de cambio real en un nivel bien alto y competitivo, la economía argentina no va a ninguna parte. Quizás el Gobierno tenga ese plan. Después de todo, hay que recordar que al asumir se decía que había un plan pero que no se lo podía anunciar, y que para implementarlo era necesario primero el acuerdo de la deuda. El mismo está por salir en semanas por lo que no hay que descartar en absoluto que en un lapso breve tengamos novedades acerca de este tema.
Ingreso de dólares vía swap de monedas entre bancos centrales
A muchos esto le puede parecer un ingreso de capital. En realidad no lo es, dado que funciona generalmente más como promesa de desembolso de fondos que como realidad de dinero desembolsado. Y aunque se desembolse no tiene efecto monetario. ¿Para qué sirve un swap de monedas? Para una cosa bien útil: para ahuyentar cualquier duda devaluatoria que haya en un país.
Estados Unidos acaba de firmar swaps con una gran cantidad de países -entre ellos Brasil y México- por lo que habría que preguntarse si esta potente arma disuasiva no podría volverse a usar, sea negociando un swap de monedas entre Estados Unidos y la Argentina, o sea desembolsando de manera efectiva una parte del swap ya firmado con China. Este ingreso de dólares no sirve para reactivar o mejorar la situación del sector exportador, pero al menos sí sirve para dar credibilidad a la política cambiaria, mientras se piensa como salir de la encerrona. En todo caso es una potente herramienta para dar oxígeno al Gobierno mientras prepara un esquema económico más ambicioso que sirva para el mediano plazo.